Es innegable e incuestionable que Karime y su éxito con las marcas viven un idilio glorioso, rotundo y muy valioso más allá de lo económico que se vislumbra, por supuesto, jugoso.
Su público se ha acrecentado y se cuenta ya por millones, esto más la suma de su marca personal o personal brand en donde se nota que todo su equipo trabaja.
En pro de favorecerla con estos sponsors, cada día se suman alianzas y la firma de estos contratos donde las marcas, sin temor a equivocarme, son las ganadoras.
La estrategia es clara: sumar nuevos consumidores a las marcas que se asocian con imagen juvenil, divertida, emprendedora, fresca, generosa y sobre todo exitosa. Y Karime lo logra.
Luce sencillo, pero no. Karime ha trabajado en su personal brand para convertirse en una influencia en las redes sociales que ha incursionado en los negocios, en la locución, conducción, comediante y largo etcétera.
Las marcas que promueve tienen un idilio con su imagen. Más allá de la estrategia de posicionamiento que cada campaña tiene, es notable que el trabajo es en camino solo del éxito.
Se suman las marcas. Y parece que es imparable este vendaval que lleva una inercia ascendente con la sociedad de marcas que se suman al carisma y a la conexión de Karime con sus seguidores.